Existe gran incertidumbre sobre el futuro de las oficinas y de qué manera las empresas que las usan van a resolver esa necesidad. El nivel de aceptación y el impacto de la nueva normalidad en los empleados no puede tomarse a la ligera antes de tomar una decisión. Tampoco se pueden hacer experimentos, porque los errores pueden salir muy caros y las empresas ya han sufrido bastante en estos meses. Al fin y al cabo, deben generar beneficios, y es una ecuación simple de entradas y salidas.
Coste por empleado
Parece ser que el teletrabajo se va a implantar en mayor o menor medida. El uso de la tecnología en estos meses de confinamiento nos ha dado entre 5 y 7 años de madurez en los procesos de digitalización. Aunque la cifra varía dependiendo de las fuentes, el avance es claro y hay que aprovechar el momento. Aparte de la tecnología, se necesita una buena PERCHA y sobre todo la confianza de las organizaciones. Dicho esto, vamos a hacer un cálculo rápido. Si hay menos personas en un mismo espacio, el ratio de ocupación baja y el coste por empleado sube considerablemente. Este dato va a estar en la cabeza de todos los directores generales y visto como un posible foco de ahorro, seguro.
El primer pensamiento puede ser reducir metros, pero eso no es sencillo por distintos factores. El más directo es la limitación vinculada a los contratos de alquiler, pero también existe un temor declarado al futuro cercano: “¿y si hay que volver a la situación anterior?” nos dicen algunos responsables del Corporate Real Estate. Lo que sí que no se está haciendo, es planificar nuevos espacios. De hecho, grandes corporaciones han parado sus proyectos de nuevas oficinas, como es el caso de la sede central de JPMorgan en US. El mensaje es prudencia y esperar.
Coste del empleado
La mayoría de las empresas ya están planificando una vuelta escalonada al trabajo, en función de la criticidad del puesto y de las medidas de seguridad y restricciones que se vayan a implantar. Hay otras que han dicho a sus trabajadores que no será necesario regresar hasta finales de 2020, y las hay que extienden esa fecha hasta 2021, como Facebook, Google o AMEX. Las más avanzadas van a aceptan el teletrabajo de forme indefinida, así lo ha confirmado el CEO de Twitter. Lejos de opinar cual es la mejor opción, creemos que es interesante conocer lo que otros está haciendo.
Los distintos escenarios dejan abierta la picaresca de que el teletrabajo sea de verdad tele-trabajo, esto quiere decir desde cualquier sitio. En la zona del famoso Silicon Valley, dicen que un sueldo de seis cifras sólo “da para vivir”, ya que los precios de alquileres y el coste de vida es extremadamente alto. Viéndolo así, la idea no es descabellada, “como trabajo en remoto, me traslado a un sitio más barato, y con el mismo salario puedo duplicar o triplicar el poder adquisitivo”. Las empresas que han visto la jugada ya están preparando la suya. Reducir el coste del empleado, pagando en función de donde vive. Esto, que no es algo nuevo, va a requerir demostrar el lugar de residencia, incluso se anuncian visitas sorpresa.
Coste para el empleado
La otra cara de la moneda es cuánto le cuesta al empleado trabajar desde su casa y quién lo paga. En la mayoría de los países hay un vacío legal sobre la regulación laboral y temas de seguridad al teletrabajar. Sin querer entrar en detalles, algunos aspectos son claros. Estar en casa requiere principalmente un espacio, suministros y ergonomía. La superficie empleada es la que se dejaría, supuestamente, de pagar en la oficina. Los suministros son conectividad, energía, consumibles, incluso la limpieza y desgaste de un entorno que se usa más horas. Y sobre la ergonomía, podemos citar el uso de una pantalla adecuada o iluminación que asegure el confort visual, la calidad de la silla o el reposapiés, por ejemplo. Todo esto tiene un coste y se debe definir quién lo sufraga.
Por otra parte, el teletrabajador se ahorra el tiempo y el coste del transporte. La media de algunas ciudades es de 110 minutos al día en desplazamientos, esto son 45 días de trabajo al año viajando. También se reduce el riesgo de accidente y se disminuye el impacto medioambiental. Las ciudades han bajado su contaminación durante el confinamiento una media del 25%, hasta el 65% de Nueva Delhi. Al no tener que salir de casa también se ahorra en ropa y se gana en confort al usar prendas o zapatos más cómodos. Cada uno puede cocinar y comer en su domicilio, lo que aparte de más sano, también es otro ahorro.
En definitiva, pueden ayudar elementos en uno y otro lado de la ecuación, pero lo que está claro es que debe existir un equilibrio y asegurar que la relación sea Win-Win, que como siempre decimos, es la base de cualquier modelo de Facility Management.