Que las empresas adopten el trabajo flexible va siendo cada vez más común. Cada vez se ve más claro que entrar y salir a una hora fija no nos garantiza más productividad, sino todo lo contrario. Experiencias de compañías tan grandes como Iberdrola demuestran que el hecho de flexibilizar el horario de entrada y salida les ha supuesto reducir en un 10% el absentismo y la accidentalidad. En Colombia cifras del propio Gobierno indican que el 9% de las empresas del país ha implementado esta modalidad en alguna medida.
Pero hay también otras muchas compañías que aplican políticas de flexibilidad en otros muchos aspectos. Y esto es posible gracias a las nuevas tecnologías. Estas tecnologías son ya parte integral de nuestra vida personal, así que lo lógico es que se integren también en nuestra vida profesional. Para la mayoría de los trabajadores usar un Smartphone, una tableta o un ordenador portátil es lo más natural y esta naturalidad tiene la ventaja de poder ofrecerle también la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio a cualquier hora.
Si hace unos años, al empezar a trabajar en una empresa, nos daban un juego de bolígrafos y un cuaderno como bienvenida, ahora la bienvenida incluye todas las instrucciones necesarias para poder usar el acceso al almacenamiento de la empresa desde fuera de ella, para poder usar las herramientas de trabajo colaborativo o para poder conectarse a una videoconferencia desde cualquier lugar.
Este cambio afecta a las empresas y empleados por igual. Si queremos tener flexibilidad, ya no podemos querer que midan nuestro rendimiento por horas, sino por objetivos cumplidos. Estamos inmersos en un momento de cambio tanto en las formas de trabajar como en las formas de relación empleado-empleador. Esta es la parte más crítica de este sistema, ¿cómo evaluar a un trabajador al que no veo en la oficina? Pero antes de responder a esta pregunta habría que hacerse otra ¿cómo sé que el trabajador que veo en la oficina está cumpliendo con sus objetivos? Uno de los lemas principales del Facility Management es que lo que no se puede medir no se puede evaluar y esto es aplicable tanto si el trabajador se encuentra en remoto como si se encuentra pegado al asiento. La forma de medición será lo que determine el éxito de la flexibilidad laboral. Sin tener esto claro, tanto por parte del trabajador como por parte de la empresa, el resultado será un fracaso.
También existen ciertos riesgos que pueden originar este tipo de trabajo como el sedentarismo, el aislamiento social y la posible pérdida del sentido de pertenencia al no tener una relación tan directa con la empresa ni con sus compañeros. Son aspectos que las empresas deberán compensar con otro tipo de medidas, tales como reuniones periódicas presenciales o proponiendo actividades que fomenten la unión entre los trabajadores.
Las nuevas formas de trabajar benefician la conciliación de vida personal y laboral, elemento clave a la hora de atraer y retener talento, ya que es uno de los aspectos que más valoran los trabajadores a la hora de escoger o cambiar de empleo. Además, diferentes estudios prueban que las empresas que facilitan la conciliación de sus empleados ganan en productividad.
Estamos frente a un cambio imparable, que se implantará con más o menos velocidad dependiendo de las culturas de las organizaciones. Aprovechemos sus ventajas y seamos conscientes de los desafíos que conlleva para poder afrontarlos de la manera más positiva posible.
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