En unos años, para 2100, la mitad de las 20 ciudades más pobladas del mundo estarán en África. Aunque las predicciones y factores varían, todas las fuentes consultadas coinciden en esta proporción. El Global Cities Institute eleva el número a 13 de las 20, estando las otras metrópolis en India, Filipinas o Pakistán. Lo más curioso es que todos los datos confirman que ninguna de ellas estará en las Américas, en Europa o en China. Esto es clave para prepararnos hacia dónde vamos, y entender que las necesidades de Facility Management en África van a cambiar de forma considerable en unas décadas.
Con el aumento de la población, se incrementan las necesidades de los individuos, y esto repercute en todas las capas de la sociedad. Desde lo más básico, que puede ser la comida, la vivienda o el transporte, a otros aspectos quizá más vinculados con el FM, como el trabajo o el entretenimiento. Esto me recuerda el impacto que tuvieron las urbes-dormitorio de los trabajadores extranjeros que construyeron -y construyen- en Dubái, que viven hasta 50 kilómetros en las afueras y que llegan a duplicar la población del centro de la propia de ciudad. La repercusión en el tráfico, los residuos, la seguridad o en el suministro energético, hizo necesario regular estos asentamientos, algo que no se había previsto. Sabemos que con los años todo evoluciona ya que hemos ayudado con el diseño de nuevos modelos de FM para ciudades de trabajadores de las empresas del petróleo, lo que demuestra el interés y la lección aprendida.
Merece la pena recordar que las funciones de soporte del Facility Management no sólo se dan en espacios de oficinas. Podemos encontrarlas en ciudades, como hemos mencionado, pero también en hoteles, centros comerciales, y en la industria. Ni que decir tiene que todas las infraestructuras de uso público, y donde se interactúe con personas, deben tener modelos más o menos avanzados de FM: Hospitales y centros sanitarios, centros educativos, áreas deportivas y todos los edificios gubernamentales. Si estos espacios ya dan servicio a un gran número de personas, imaginemos lo que puede pasar en megaciudades de 70 millones de habitantes.
La experiencia africana
En los años que visité África, recuerdo especialmente Nigeria, Ghana o Sudáfrica, aprendí mucho. Las sesiones de formación y las conferencias me ayudaron a conocer otro estilo de hacer las cosas y un nivel de madurez del FM diferente, ni mejor ni peor. Mucho que contar de aquellos días. Desde dar clase con dos guardias fuertemente armados en el aula, porque había un ministro, a comidas que todavía me hacen temblar. Merece la pena compartir que, si por la mañana se hacía primero el rezo cristiano, por la tarde empezaba el musulmán, y al día siguiente al revés. Un respeto y una convivencia que da que pensar. Increíbles recuerdos.
El FM se debe adaptar a cada sector y a cada circunstancia, pero para ello se debe conocer bien cómo opera y que preocupa en cada caso. No puedes hablar de maximizar el ciclo de vida o de mantenimiento predictivo, si la principal preocupación es cuantas veces al día no hay energía. Los planteamientos “clásicos” aquí no aplican, y o se entiende bien, o el modelo no sirve. Por otra parte, y esto es diferente a muchos sitios, las personas ya llevan tiempo en el centro del diseño. Sino funciona para ellas, simplemente no es válido. Así es como surgen las soluciones imaginativas y que nacen de la necesidad de que las cosas funcionen. Los procedimientos y la metodología se sustituyen por la eficacia y la eficiencia, llevadas al extremo.
Demanda selectiva
En estos meses de confinamiento he tenido el placer de compartir unas cuantas sesiones, esta vez online, con queridos amigos de este gran continente. He podido apreciar una evolución similar a la que he visto en Latinoamérica en los 8 años que llevamos trabajando allí: Se quiere el mejor conocimiento, pero éste se debe adaptar a las particularidades de cada país y cada empresa. Los usuarios finales saben lo que quieren, están muy bien formados y demandan calidad y personalización. Hasta los responsables regionales de las empresas multinacionales, están pidiendo a sus directores de FM globales que “les dejen hacer”, ya que lo que les quieren imponer desde las centrales no aplica o no es realista.
Por otro lado, si se quiere dar un buen servicio, en lo que según parece será el continente más poblado del mundo, es necesario empezar por entender y escuchar. El copia-pega de algunas de las grandes empresas de provisión, aquí se va a topar con una barrera importante. Quizá por eso su presencia no está tan extendida como en otros continentes. El volumen que este mercado puede representar merece la pena el esfuerzo para integrar algo que está muy en boca de todos últimamente, y es la cultura. En este caso no sólo la cultura del usuario final, también hay que entender a los directivos y la forma de hacer negocios. Veremos cómo evoluciona y si podemos adaptarnos, pero desde luego la oportunidad está ahí.