La respuesta debería ser sencilla, ya que desde 2017 existe un estándar internacional, la ISO 41011, que lo define perfectamente. La dificultad aparece cuando más del 55% de los profesionales del sector afirman no conocer esta familia de normas. Así se muestra en el informe “FM awareness survey 2021” con más de 2.300 respuestas de 89 países. Este porcentaje de desconocimiento podría superar el 90% a nivel global, si tenemos en cuenta, primero, que el canal usado ha sido LinkedIn, donde nombramos a menudo el progreso de los trabajos de normalización, y segundo que existen miles de profesionales que no están en esta red, y que seguramente tampoco conocen de su existencia.
Mi casa, mis reglas
Para entender de forma práctica qué es el Facility Management, aunque la definición pueda estar normalizada, hay que tener en cuenta que depende de cómo se interprete y sobre todo de cómo se aplique. Esto lo dicta siempre cada empresa, en función de su negocio y del conocimiento que se tenga del FM en el nivel de toma de decisiones.
Sobre el sector, siempre será más habitual verlo en espacios de oficinas corporativas que en uno industrial, aunque el FM aplica en todas las ramas. Aquí se puede incluir la educación, los centros comerciales o los inmuebles vinculados con la sanidad. En cada caso su foco será distinto, pero siempre habrá un modelo de FM más o menos avanzado.
El conocimiento que del FM tiene cada empresa o, mejor dicho, cada director general, va a condicionar qué servicios quedan en el área, cómo se le llama o a quién reporta jerárquicamente. También puede influir en cómo se agrupan, o desagrupan, los servicios, los recursos que se le asignan y de qué manera se reparten las competencias, igual que se hace con la estructura de otros departamentos de la organización.
Influencia del entorno
No todo depende de la propia empresa a la hora de dimensionar el departamento y las actividades dentro del área de Facility Management. El grado de madurez de cada país es un elemento determinante. Trabajamos con más de 20 indicadores para medir lo avanzado de un mercado, pero en este caso, los que más aplican son la legislación, la existencia de proveedores adecuados y la relevancia de empresas internacionales que puedan marcar la hoja de ruta con sus modelos. También se tiene en cuenta si el país ha participado en el proceso de normalización, ya que esto ha podido diseminar el mensaje entre los profesionales del sector local.
Todo esto hace que la forma de implementar el Facility Management pueda ser distinto en dos empresas parecidas, aunque la definición oficial de la disciplina sea la misma. Ese será el punto de partida que tiene cada una y que debe conocer si quiere evolucionar a modelos más avanzados. Por eso es importante tener todos estos factores en cuenta.
¿Qué será del Facility Management?
Esta pregunta sí que es difícil de responder. Tras el reconocimiento alcanzado con la pandemia, en lo que hemos llamado “la cuarta ola”, no podemos distraernos con halagos fáciles. El futuro es tecnológico y el FM por ahora no lo es. Eso no quiere decir que los proveedores no se estén preparando, que lo están haciendo, la cuestión es saber quién va a tomar las decisiones en las empresas. El alcance y las competencias que abarca el FM no van a desaparecer, lo que si puede hacerlo es el nombre y sus profesionales tal y como los conocemos. Falta formación al respecto en las universidades y cursos de Facility Management. Si el futuro de nuestra profesión está hoy en las aulas, cuando acaben habrá otros más preparados y que tomarán unas posiciones que requieren de conocimientos que no se les están dando. No sería la primera vez que el departamento de IT, o hace poco informática, nos adelanta sin darnos cuenta.