El trabajo en sí mismo no es flexible, ya que en la mayoría de los casos no se puede decidir si se hace o no. Lo que puede variar o adaptarse, y ahí viene el matiz, es el momento, la forma o el lugar en que se lleva a cabo una cierta actividad. Una vez que se han determinado bien estos parámetros, se deben proponer soluciones que sirvan para todos o casi todos, y ahí también aparece otro grado de flexibilidad: la capacidad de una misma solución en satisfacer las necesidades de los distintos individuos. La idoneidad de ese modelo y lo flexible o rígido que sea, dependerá de la habilidad del diseño y de lo que realmente se busca, o se quiere vender…
En cualquier trabajo se requiere que las personas “cumplan”, pero en realidad lo que se busca es que produzcan, sin importar nada más. El trabajo no deja de ser una relación contractual donde alguien paga para recibir una dedicación que se suele medir en horas. Le podemos poner todos los lazos que queramos, pero, al fin y al cabo, el coste de un empleado tiene que tener una contrapartida para la empresa. Así de sencillo. Si el empleador dota de las mejores herramientas para su desempeño, obtendrá los mejores resultados. Si además confía en las personas, se mejora la relación, y se aumenta la productividad. Si estas contento trabajas mejor, no hay que darle muchas vueltas. Pero cuidado, si con las herramientas que te doy puedes hacer tu trabajo en la mitad de tiempo, ¿cuántas horas te debo contratar? Esto sería tema para otro post.
Equilibrio Trabajo-Entorno
Es necesario conocer lo flexible que pueden ser todas las actividades de una empresa y meterlas en una matriz con el número de personas en cada grupo. Después hay que identificar qué modelo puede dar mejor respuesta a las necesidades de los grupos. Aquí aparecerán un conjunto de soluciones relacionadas con el espacio, pero también con la presencialidad o la velocidad de respuesta. Ese modelo no solo lo componen tipologías de puestos o de salas, también debe incluir políticas y compromisos de la empresa y los trabajadores, para que todo funcione en armonía. En ese equilibrio es donde estará el éxito del modelo.
El trabajo de recepcionista o de un cajero de supermercado no es nada flexible, ya que debe cumplir un horario y realizar su trabajo desde un sitio determinado. Pocas soluciones alternativas. Un comercial en cambio tiene un trabajo flexible sobre la ubicación, pero no en el momento en el tiempo, porque debe interactuar con los clientes a los que solo tiene acceso a ciertas horas. Aquí se pueden aportar soluciones flexibles de ubicación, pero cumplir sus horarios. Esto puede ser beneficioso para aquellos que trabajan con otros continentes, ya que no deben estar en la oficina muy pronto o muy tarde.
Un tercer grupo pueden ser los programadores. Ellos no tienen un horario, ya que su trabajo no es sólo estar, deben producir nuevo contenido y eso no sale por arte de magia. La inspiración viene y va, y cuando aparece hay que aprovechar. Tampoco parece que deban estar en la oficina, ya que con un portátil podrían trabajar desde cualquier sitio. Muy fácil entonces, a trabajar a casa. Pues cuidado: Google ha reconocido que los trabajos donde se ha notado una bajada en la productividad durante el confinamiento han sido precisamente los desarrolladores, ya que no tenían acceso a los mismos sistemas en remoto que desde la sede central.
Las soluciones deben pasar por un estudio exhaustivo de cada caso y del impacto individual y en conjunto del modelo propuesto.
La flexibilidad es tiempo y espacio
Para mí un trabajo es flexible desde el momento que puedes atender a un cliente o a un compañero desde el coche, desde el ascensor, y por qué no decirlo, desde el baño. La flexibilidad debe asociarse a las tareas que llevan a cabo las personas en un momento determinado y en un espacio concreto. Lo que debemos hacer es definir para cada individuo cuántas horas se podrían trabajar desde dónde y haciendo qué, exactamente. Con esos datos se podría definir una fórmula que sirva para la mayoría de las personas.
En esta ecuación el espacio es un factor determinante de la solución, ya que, como multiplicador del coste, hará que las soluciones se vayan ajustando al presupuesto o a los metros, y siempre influenciados por el estilo de la gerencia. Es importante disociar la flexibilidad del trabajo con el tipo de espacio con el que se dota a las personas. Hace años, o estabas en la oficina o no podías producir, que es para lo que te pagan. Obviar esto hoy en día o no tener en cuenta la dedicación de un empleado es un riesgo que no se debe correr. Todo esto se ha complicado con el periodo de confinamiento. Las personas van a contar las horas que dedican, desde donde sea y para hacer lo que sea. Cuidado si el escenario no es lo que más conviene a ambas partes. La flexibilidad es cosa de dos.