Estoy convencido de que las asociaciones son una pieza clave para que el FM crezca en aquellos mercados donde tiene menor madurez o es menos conocido. Contar con una asociación puramente nacional y que represente los intereses locales, es una garantía de éxito. Esta es una de las razones por las que llevamos años ayudando a la creación de este tipo de agrupaciones, habiendo contribuido en países como México, Panamá, Costa Rica, Colombia, Perú o Chile entre otros, a que tengan la suya propia. Si se les da un buen uso serán un gran vehículo de promoción con un aporte muy positivo, pero también pueden tomar caminos “más oscuros” con un resultado negativo, creando desconfianza y desapego.
En estos veinte años de profesión he visto la evolución y los distintos altibajos de distintas asociaciones profesionales, tanto de las nuevas como de aquellas más establecidas. Las conclusiones quedan resumidas en cinco puntos clave, que expuse en la última edición de la conferencia Internacional ICFM. El evento tuvo lugar en la universidad de Ankara y fue coorganizado por la asociación de FM de Turquía y con la colaboración especial de EuroFM, que celebró su junta semestral. La idea de compartir estos puntos, surge de la cantidad de mensajes que recibí después de la ponencia, sobre lo simples pero efectivos que pueden ser.
1 – Ética y Transparencia. Para mi esta es la base de cualquier negocio, pero se convierte en una obligación sobre la que construir el futuro de nuestra profesión. Estas normas deben ser respetadas y estar presentes en todas los eventos y actividades que se realicen. Los miembros de la junta y todos aquellos que puedan tener algo que ver con la asociación, deberían firmar un código ético y de conducta y no dejar pasar ningún incumplimiento de los mismos.
2 – Abierta a todo el mundo. En FM hay cabida para muchos tipos de profesionales y de organizaciones. A diferencia de lo que sucede en los colegios profesionales de médicos o abogados, donde se requiere una titulación, nuestra profesión no es tan reconocida, ni está regulada. Una buena asociación debe dar cabida a todo el mundo, personas y empresas de distintos tamaños, y una buena junta directiva debe contener representantes de todos los tipos de socios que alberga, incluyendo estudiantes, miembros del sector público o investigadores, que muchas veces se quedan fuera.
3 – El presidente debe ser un usuario final. Este punto lo comparto desde mi experiencia personal. He sido durante casi 10 años el vicepresidente de la asociación de mi país, y cuando ya me tocaba ser el presidente, si o si, opté por dimitir del puesto. Como proveedor de servicios que soy, aunque sea de consultoría, creo que no da la mejor imagen para una asociación que alguien que “vende” algo la represente. La cabeza visible debería ser un usuario final y preferiblemente de una empresa importante. Esto no sólo será un buen aporte para el mercado, sino que aportará un interlocutor sólido para establecer contactos con otros organismos.
4 – No competir con los miembros. Algunas veces las asociaciones buscan su forma de financiación con la venta de productos, sin plantearse a quién puede afectar eso. ¿A que sería difícil imaginar a una asociación haciendo proyectos o vendiendo servicios? pues bien, entonces ¿por qué ofrecer servicios que pueden entrar en conflicto con los intereses de algunos asociados, como la formación por ejemplo? Si se paga una membresía y hay unos patrocinadores, que eso no perjudica a nadie, ¿qué sentido tiene entrar en el terreno de aquellos que son o pueden ser tus socios?
5 – No vender internamente. Las asociaciones pueden ver a los socios como una fuente de ingresos, creando productos para ellos. Pueden ser estudios, informes o eventos que tienen un coste añadido, aparte de lo que se paga cada mes o cada año. Puedo entender que una cena de gala no sea gratis, o que un patrocinador quiera invertir en tener visibilidad extra en un evento, pero que todo tenga un coste extra no tiene sentido. Estoy casi seguro de que esta es una de las razones por la que muchas personas se han dado de baja en asociaciones bien establecidas, donde se han perdido hasta la mitad de los socios en 10 años, como ha pasado en Estados Unidos.
Entonces, ¿a qué nos dedicamos? me preguntaron miembros de la junta de una asociación que se acababa de crear: “A hacer lo que otros no pueden hacer” les dije. A defender la profesión, a establecer alianzas con otras asociaciones, a promover lo que es la disciplina fuera de nuestros círculos y a acercar lo que es el Facility Management al ente público y a los tomadores de decisiones, que tanta falta nos hace. Estoy seguro de que si se hiciera todo esto, muchos más profesionales del sector se asociarían sin dudarlo e incluso con una cuota menor, no harían falta otras financiaciones.
La razón de existir y la naturaleza de las asociaciones está cambiando drásticamente, y sobre todo en aquellas que no requieren una obligación de pertenencia, como lo es en nuestra profesión. Se deben buscar nuevas formas de satisfacer a los socios, y hacer un esfuerzo en entender sus necesidades y lo que demandan.
Ojalá esta breve nota sirva para reflexionar y para que todos pongamos un poco de nuestra parte en mejorar el futuro del FM.
Autor: David Martinez, PhD. Consultor estratégico, formador, investigador y conferencista internacional. Reconocido experto en Facility y Asset Management. Especializado en modelos multiculturales de gestión de inmuebles y en productividad aplicada a los entornos de trabajo.